jueves, 18 de junio de 2020

WWE BACKLASH 2020

Por Diego José Fabián

De nuevo desde el Performance Center tuvo lugar una nueva velada de WWE, esta vez con público reducido, con mascarilla, guardando las distacias y acristalados en el ring side. La vendieron como que se iba a ver el combate más grande de todos los tiempos, pero de tan pretencioso calificativo, hablaremos más tarde. Tras el kick off, que resultó con la victoria de Apollo Crews frente a Andrade para retener el US Championship, la noche comenzó de manera oficial con la triple amenaza por el Campeonato femenino de parejas, entre las campeonas Bayley & Sasha Banks, Alexa Bliss & Nikki Cross y The Iconics. Tuvieron siempre mayor presencia las campeonas y el equipo de Alexa, pero cuando las Icónicas actuaban (y que bien lo hacen), interrumpían alguna cuenta o movimiento. Fue así el desenlace, cuando la Icónica Peyton Royce quiso comérse el mundo y acabó recibiendo un twisted bliss por parte de Alexa. Sin embargo, Sasha entró rápidamente impidiendo el final del combate y con un Wheelbarrow Victory Roll, como apreciamos en la foto, logró retener su título con Bayley. Buen comienzo.

La cuenta de 3


Después vimos un combate pero que muy intenso, por momentos hasta barriobajero, entre Jeff Hardy y Sheamus. Hasta más de un cuarto de hora estuvieron a ostias, pero es cierto que Jeff, siempre competitivo y aéreo, no está ni de cerca en su mejor momento. Cada vez le cueta más encajar los golpes de sus rivales e incluso los suyos propios cuando se pone acrobático. Y sus gestos de dolor son patentes a pesar del maquillaje cada vez más exagerado y antiéstetico con el que salta al ring. La cosa terminó con el Brogue kick de Sheamus, que, sudoroso, celebró la victoria en este feudo que promete continuidad.

Sheamus a palo seco

El combate por el título femenino de Raw entre la campeona Asuka y la potente Nia Jax transcurría por el sendero correcto, con Asuka intentando tumbar y doblar a una mujer que es el doble que ella. Pero la pelea se fue al ring side y aquí llegó el coitus iterruptus. Se pasaron de hora y las dos fueron descalificadas por conteo de 10 fuera del cuadrilátero, con lo que la japonesa retiene. Pero en un combate por un título, no sé... creo que nunca es un buen final, pero las reglas son así.
Y se llegaba así a uno de los platos fuertes. El ogro de Braun Strowman ponía en juego su Universal Championship en un combate en desventaja ante The Miz & John Morrison. Tenía el incentivo de que si la pareja de golfos ganaba, por primera vez en este título tendríamos un campeonato compartido. Pero, obvio, no fue así. Stowman, de muy mala leche, salió dispuesto a destrozar todo lo que se le pusiera delante y un Miz muy huidizo, dejó parte del combate a un Morrison, que tuvo una de las peores noches que le he visto. Sin historia.
Drew McIntyre volvía a poner en juego su campeonato de la WWE, esta vez ante un rudo y marrullero Bobby Lashley, que antes de sonar la campana le atacó durante bastante tiempo con su full nelson, dejando al escocés medio noqueado antes de empezar la lucha. El árbitro consultó a McIntyre si empezaban, éste afirmo y el combate dio comienzo con cierta desventaja, que se vería equilibrada cuando Lana llegó al ringside en el momento cumbre de la lucha Dios sabe a qué. El caso es que desconcentró a Lashley, que, también sea dicho, acabó perdiendo ante tal hecho y salío del ring en compañía de MVP sin mediar palabra con lo que sea en este momento Lana para él (mujer, ex-mujer, novia, amante...). De telenovela. Y McIntyre sigue fuerte en su reinado. Aunque es una pena que se esté chupando toda la crisis del Covid, ya que con público, tendría más repercusión y posiblemente recuerdo en el futuro, ya que está haciendo grandes trabajos en el ring. Es uno de los luchadores del momento, si no el más, pero creo que la historia no lo recordará como tal.

McIntyre sobre Lashley

Y se llegó así a lo que iba a ser el mayor combate de todos los tiempos. Protagonistas, Edge y Randy Orton, enfrentados desde Wrestlemania en un feudo interminable. Buen detalle al comienzo, presentando a los dos luchadores al estilo vieja escuela del Madison Square Garden y recordando al recientemente fallecido The Fink, todo un icono de las presentaciones en WWE. Hasta el árbitro Robinson se vistió para la ocasión como en los 80 y principios de los 90, con la clásica camisa azul claro y pajarita. Los ex-Rated RKO lo dieron todo, sí. La contienda tuvo todo lo que se le puede pedir: intensidad, dinamismo, buena duración, cuentas abortadas, finishers fallidos (spears y RKO´s por doquier). Pero coño, de allí a ser el combate de todos los tiempos, ejem... Personalmente lo disfruté mucho; y sí puedo decir que fue el mejor combate de la noche y si me apuráis, de la historia de Backlash, aunque allí habría que tirar de videoteca. Un running punt kick de Orton puso el broche de oro a tres cuartos de hora de combate, que en absoluto se me hicieron largos. Y siempre gusta ver a dos luchadores, que ya tienen la categoría de clásicos. Pero no fue el mejor combate de todos los tiempos. Quizá algún día, discutamos en este blog sobre esto. Dios dirá.

On fire


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