lunes, 7 de septiembre de 2020

LA WWE Y YO

 Por Rebeca Turmo

La verdad es que cómo llegué aquí tiene su historia. No es que fuera una fiel seguidora de la WWE. De hecho, hace muchos años que le perdí la pista. Había borrado la lucha libre de mi cabeza. Para mí fue un programa televisivo con el que muchos crecimos y que, aunque no me atrapó en su momento, sí me dejó pequeños recuerdos que están ligados a mi niñez.

Pocos nombres recordaba. Rey Mysterio, Batista, The Undertaker… y poco más. Ah, bueno, y Héctor del Mar. Éste era mi único acercamiento a la lucha libre.

Como una conjunción planetaria apareció Rubén en mi vida a finales del 2016. Entre las muchas sorpresas que escondía, el fanatismo por la lucha libre era una de ellas. No había día que no lo viera repasando combates actuales y clásicos. Me decía nombres que yo desconocía, venía emocionado a mostrarme cuando su luchador favorito había ganado un título, me enseñaba fotos, vídeos… y, así, poco a poco la lucha libre me invadió.

Los planetas seguían haciendo de las suyas y Diego apareció, no en mi vida, sino en la nuestra. Si Rubén era fanático, Diego lo era más.

Una gran velada se estaba cuajando; Wrestlemania 34. Yo no entendía cuán importante era para ellos ver este evento pero ahí estaba yo, delante del televisor, como una extraña entre fuegos artificiales, los gritos de ambos, insultos, risas, anécdotas, decepciones y datos que desconocía. Como he dicho, mi relación con la lucha libre era escasa y me quede alucinada de que la WWE siguiera llenando estadios. Además, salí encantada con semejante mezcla entre realidad y ficción.

El fanatismo de ambos y la curiosidad que dejó en mí Wrestlemania, me llevó a tener una segunda cita. El 4 de noviembre del 2018 fuimos en expedición al Palau Sant Jordi de Barcelona para ver uno de los mayores espectáculos del mundo en directo, WWE Live Show.

Alrededor de unas 6.000 personas, entre los que se encontraba una minúscula yo, tomaron asiento. A medida que transcurría el show, la emoción iba en aumento. Me resultó sorprendente ver tantas generaciones de espectadores juntas, compartiendo toda clase de sentimientos hacia los diferentes luchadores. Verlo en directo es una sensación totalmente diferente y es donde realmente ves todo el esfuerzo que hay detrás de estos eventos (organización, trabajo físico y entrenamiento, vestuario, producción…). El espectáculo me cautivó y un pensamiento me rondó por la cabeza durante y después del evento hasta el día de hoy. Y es que todo esto sigue vivo; muy vivo. ¿Quizá la lucha libre me ha conquistado?

Alexa Bliss y las Riott Squad en su entrada en el Palau Sant Jordi el 4 de noviembre de 2018

 

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