sábado, 29 de agosto de 2020

MI RELACION CON EL WRESTLING

 Por David Ruiz

 

En estos meses donde todo espectáculo se ha tenido que cancelar, aplazarse a 2021, o realizarlo sin público, hemos podido ver a los grandes deportes llevarse a cabo, y de alguna forma, ya lo teníamos interiorizado, por partidos de pretemporada, amistosos o donde ya estaba todo decidido en términos de clasificación. Pero aun de esta forma, se disfruta.

En el wrestling profesional, como en el teatro o disciplinas surgidas de éste, es casi imposible no disfrutar, el show va unido, luchadores y público hacen que la magia surja, y la experiencia sea total.

Por eso mismo, rota la ecuación, lo que queda, lo físico, es algo descorazonador.

El que creció con este mundo, (choque de artes deportivas y actorales) y el gran impacto que Telecinco, en voz del gran Héctor del Mar, que fue quien nos brindó la entrada a este calidoscópico coctel en 1990, cayó boquiabierto cual preadolescente, en mi caso con 11 años hasta mayores de edad. Todos soñábamos con realizar la salida al cuadrilátero de El Ultimo Guerrero, o con tu mejor amigo, hacer el movimiento que finalizaba el combate por parejas.

Posteriormente al auge inicial, en España llegaría  su clímax, con la velada en Barcelona, era octubre de 1991 y el Palau Sant Jordi lleno, hizo que tanto a los afortunados que pudieron asistir, y los que estabamos pegados al televisor, nos quedara un recuerdo grabado a fuego, en el cual Tito Santana revivía saliendo de la bolsa para muertos de “El Enterrador”, recreando esa parte tan teatral del bien sobre el mal.

En un par de años, el efecto inicial se diluyó y en 1994 cesaba su emisión y un gran escándalo de distribución y venta de esteroides fue el final para muchos de su relación con la WWF.

Para mi suerte, la antena parabólica, en una pausa de casi tres años, me devolvió no solo a WWE (cambió su nombre tras un pleito con la ONG naturalista) sino a promociones japonesas y mexicanas, las cuales habían contribuido con un estilo mucho más rápido y donde la agilidad era crucial en los combates.

En esta nueva versión, apareció la WCW, compañía que adquirió muchos luchados de la WWE, gracias a suculentos contratos, que esta última no podía asumir, así en el 97 y 98 vi auténticos clásicos en las llamadas guerras de los lunes, ya que cambiaron la emisión de viernes a los lunes.

Era mayor de edad, y el wrestling también y el nivel de violencia y sexualidad atrajo a muchos, que contemplaban los vuelos desde escaleras con aterrizajes en mesas y chicas en bikini empapadas en cerveza todo bajo un lenguaje con testosterona por las nubes, la Era Attitude estaba en su apogeo.

La WWE se hizo de nuevo con todo el mercado, las televisiones querían a la generación x, todo valía con tal de extremar el capítulo, alambre de espino, palos de kendo, caídas desde alturas que daban vértigo o peleas dentro de estructuras metálicas.

Todo esto, era igual o mejor que esos años iniciales, pero no podía continuar mucho más; lesiones muy graves, abusos de calmantes para continuar ese ritmo de golpes, pero sobre todo la imagen de la mujer, que quería dejar de ser un mero accesorio en pro de su pareja, para progresivamente avanzar hasta llegar a disputar el campeonato mundial.

Los siguientes años fueron un continuo prueba-error, tratando de encontrar un equilibrio entre los contratos para que el show fuera para todas las edades y así poder facturar ese gran mercado y que grandes contratos de difusión fueran vendidos. A España regreso en 2006 en Cuatro, lo cual a muchos nos alegró de manera superlativa, pero eran shows troceados en su metraje, donde semana si semana también los mismos combates se repetían.

La conexión a internet subió lo bastante para poder descargar los programas, poder ver el show al día siguiente, pero los eventos mensuales eran lo que de verdad esperaba, Royal Rumble, Hell in a Cell, y el mayor espectáculo del mundo, Wrestlemania.

En la actualidad, el nivel de profesionalidad es altísimo, desde sonido, pirotecnia, visualizaciones y luchadores y luchadoras, si ellas son las que en los tres últimos años han agarrado al espectador para tomar el testigo de liderazgo.

En cuanto a mi persona, el wrestling de alguna manera siempre ha estado presente y como un buen amigo dice, es ir a ver una obra de teatro. Muchos no entienden como aun con 40 años nos puede gustar, ahí está la clave, en cada década disfrutada, en los muñecos guardados con mimo de los primeros 90, por las grandes historias que hay cuando una superestrella baja del ring y tiene que afrontar sus demonios personales y por esa dualidad entre evolución y nostalgia.


 

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